dimecres, 19 de gener del 2022

EL REGRESO

 Después de mucho tiempo y casi sin pensarlo, paso de nuevo por aquí para encontrarme con vosotros queridos lectores y lectoras, como más me gusta, a través de la palabra.

Han pasado muchas cosas des de la última vez que escribí un post, no sólo en mi pequeño mundo, sino también en el grande, en el que compartimos y que parece querer autodestruirse para hacerse de nuevo. Tal vez, al igual que nos está ocurriendo a muchos de nosotros que hemos visto como hemos dejado de ser quienes éramos perdiendo hábitos, costumbres y relaciones porque hemos vuelto a nacer y ahora ya no tenemos pasado ni nos interesa el futuro. Hemos entendido y más vale que también aprendido, que sólo existe un eterno presente. Y así  ando viviendo, a tientas, en plena presencia a cada instante, pues no quiero perderme nada de este nuevo caminar. Me interesa todo lo que acontece a mi alrededor y todos los seres que se cruzan en mi camino, pues he entendido el gran regalo que supone la oportunidad de existir.

Me apetece compartir con vosotros, al igual que en otras ocasiones, un fragmento de una joya de libro que ha caído en mis manos y que, en la medida que avanzo en la lectura, me muestra la grandeza del autor que tuvo la gentileza de crear esta exquisitez:

"Isabel frunció el ceño ligeramente. Estaba desconcertada, y no estoy seguro de que sintiera cierto miedo. Creo que comenzaba a darse cuenta de que el Larry que había entrado en el cuarto unas horas antes, aunque no había cambiado de aspecto y se mostraba tan franco y cordial como siempre, no era aquel Larry, cándido, sencillo y alegre, algo testarudo en su opinión, pero encantador, que ella conoció en otros tiempos. Lo había perdido una vez, y al volverlo a ver lo tomó por el de antes, y creyó que aunque hubieran cambiado las circunstancias todavía era de ella. Y, como si hubiera intentado sujetar con las manos un rayo de sol, lo había visto escurrírsele de entre los dedos, quedando perpleja."

W. Somerset Maughan: Al filo de la navaja.